Desde hace varias semanas seleccione este tema para la meditación de esta semana. Los acontecimientos del día de hoy me hicieron cambiar lo que ya había escrito y estaba listo para publicarse. Ese o esos acontecimientos son las terribles explosiones en Nueva York y Washington. A veces es difícil apreciar cada bendición en nuestra vida y a veces es un más difícil apreciar la vida. Es cuando nos enfermamos o cuando algo terrible sucede cuando comprendemos que la vida misma es un regalo y es valiosa a cada momento.
Cuando pienso en los miles de personas que trabajaban en el World Trade Center (las torres gemelas) en Nueva York (NYC) me imagino como en la mañana de hoy (Septiembre 11, 2001) se bañaron como siempre, comieron el desayuno como siempre, salieron en dirección al trabajo como siempre. Era un día normal, rutinario, nada especial. Algunos caminaron con prisa y estrés (característico de NYC) pensando en el duro día de trabajo que les esperaba. Muchos de ellos tenían trabajos excelentes en grandes empresas financieras con sueldos muy altos.
Talvez algunos de ellos no tuvieron tiempo de besar a su familia y expresarle cuanto les amaban antes de partir. A lo mejor no pudieron pedir perdón, o contemplar la belleza de una ciudad extraordinaria y única como NYC. No se detuvieron un momento a oler la diversidad de fragancias a su alrededor o las persona que con igual prisa se empujaban unas otras para llegar a tiempo al trabajo. No le sonrieron al extraño o tuvieron pensamientos de amor, ternura y comprensión.
Siempre pensé que trabajar en los gemelos debía ser muy chévere (padre). Cada día trabajar en uno de los edificios mas admirados del mundo. Como todo, lo apreciamos al principio y creo que muchas de las personas que trabajaban allí se sintieron felices y orgullosas al principio. Pero algunas de ellas a medida que la rutina diaria se adueño de sus vidas el gozo, la curiosidad y la gratitud desaparecieron. Los gemelos eran solo su lugar de trabajo y nada especial.
Con el ataque terrorista, los gemelos son historia. Muchas de las personas que trabajaban allí perecieron con el edificio. El terror reino por un tiempo. La rutina diaria se rompió para nunca volver a ser igual. El día duro de trabajo desapareció, las prisas y carreras se volvieron irrelevantes. La preocupación por el bono a fin de año y la promoción a otro cargo se esfumaron. La vida acabo para muchos y para los sobrevivientes cambio.
En el holocausto murieron como sabemos millones de judíos y gitanos. Los sobrevivientes del holocausto casi siempre dicen que Hitler podía matar sus cuerpos pero no su espíritu y que su determinación por sobrevivir fue lo que los mantuvo a flote en tiempos de tan grande tragedia. Su amor por la vida perduro.
Es cuando apreciamos y celebramos nuestra vida cuando tenemos gozo. Alégrate y celebra tu vida, la de los que amas y la de la humanidad.
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