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Cuando llegamos a los 25 años miramos nuestras fotos de quinceañera y nos admiramos a nosotras mismas. Nos sorprende lo bellas que “éramos” la tersura de la piel (aunque tenga barros), la firmeza de nuestro busto, y la juventud que asomaba en nuestra mirada de niña. Nos decimos a nosotras mismas: fui tan estúpida, me preocupe tanto por mi apariencia, por los barros y las espinillas, me concentre en lo negativo y desperdicie el tiempo en lugar de sacarle partido a todo lo bueno que tenia”
No hay ningún problema en la añoranza, al contrario un poco de melancolía es bueno. El problema es que a los 25 seguimos teniendo los mismos temores y dudas que teníamos a los 15 y seguimos cometiendo los mismos errores. Podemos llegar a los 100 años y algunos temores nunca desaparecerán. Tenemos que hacerlos desaparecer nosotras. El aceptar nuestro cuerpo es parte de nuestro desarrollo personal.
Nuestro cuerpo es maravilloso. Nos lleva a los lugares que deseamos, nos permite ver, escuchar, saborear, sentir y soñar. Nadie tiene un cuerpo perfecto, ni las famosas modelos, ni las actrices ni las atletas. El ideal de belleza comercial no es mas que el producto del mercadeo moderno. No tenemos que ser como una modelo o una reina de belleza para ser felices, amadas y respetadas.
A medida que nos aceptamos a nosotras mismas descubrimos que somos maravillosas y que tenemos todo lo que necesitamos. Esa auto confianza se refleja en alegría, agradecimiento y felicidad. Empezamos a vernos al espejo de una forma diferente, empezamos a amarnos, a gustarnos y a querer ser nosotros mismas y nadie más.
Cada año que pasa nuestro cuerpo cambia, las fotografías del año anterior lucirán distintas y hasta distantes. No esperes al año siguiente para ver la fotografía y decirte a ti misma “me miraba bonita” disfruta ese momento desde ahora. Siéntelo, admírate, respétate, ámate ahora mismo. Siéntete bonita ahora mismo.
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